Entre los años 5.000 y 3.500 antes de Cristo, las zonas costeras de Qatar y las tierras vecinas estaban habitadas por una población compuesta por sobrevivientes, gente que vivía de la caza, la pesca, la recolección de frutos, y que vivían en campamentos temporales provisorios, a los que volvían cada cierto tiempo.
Como no quedan muchos rastros de esas viviendas improvisadas siquiera, se cree que las casas de los primeros habitantes de Qatar estaban hechas de hojas de palma. Lo que si puede ser muy cierto es que vivían del trueque, y así llego a ciertas partes la cerámica manufacturada y los peces a otros.
Los primeros fragmentos de cerámica se encontraron en una expedición danesa que se hizo por los años 60. Lo más conmovedor de aquel descubrimiento, fue encontrar un sitio que asemejaba una cocina donde todo estaba apilado y muy ordenado, como si lo hubieran dejado así con la clara intención de regresar, cosa al parecer, jamás sucedió.
En los sitios arqueológicos descubiertos, se encontró huesos de aves y mamíferos, además de espinas de peces, por lo que se sospecha que debe haberse tratado de un sitio de recolección donde la gente iba cada cierto tiempo.
Entre las excavaciones que se han realizado en Obeid, se han encontrado también, huesos humanos, cuerpos muy bien conservados mezclados con gran cantidad de escombros y cerámicas. Las tumbas contenían conchas y huesos, además de piedras, de las cuales siete eran de obsidiana. Probablemente enterrar a los muertos con objetos de valor era una manera de dar un mejor paso a través de la muerte, como sucedía con los egipcios.
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