agricola1.jpg

Los qataríes, han pensado en diversificar su economía, y así es como en la actualidad, los fondos soberanos de Qatar, han comprado tierras en Sudán y Australia, anunciando proyectos por cientos de millones de dólares, en proyectos agrícolas que se llevarán a cabo en Argentina.

Qatar por su clima desértico, le es muy difícil se productor de su propio alimento, por lo mismo, su búsqueda de tierras ha sido incesante y su lucha por crear sinergias comerciales con otros países, incansable.

Qatar es muy rico en petróleo, pero muy pobre en agua, y el deseo de autoabastecerse cultivando en superficies agrícolas extranjeras, se ha convertido en realidad.

Otros terrenos pertenecientes a los qataríes, se encuentran ubicados en Sudán y Australia, y otros países donde se han visto posibilidades de comenzar proyectos agrícolas para abastecer el país, son Kenia, Brasil, Turquía y Ucrania.

Mientras tanto, Qatar irá invirtiendo para aumentar los rendimientos de los cultivos y convertir un semidesierto en tierras agrícolas. Este es uno de los retos más importantes de Qatar. Y si se consiguiera el objetivo, el país se podría autoabastecer en un 60% o 70%. Este plan debería estar listo para el 2024.

Muchos economistas y expertos no ven necesidad de aumentar la seguridad alimentaria, ya que consideran que la población es tan poca, que no se justifica. Pero, ese razonamiento es inhumano, porque a mi modo de ver es como decir: ¿qué importa que mueran diez personas de hambre?, si fueran cien sería más preocupante.

Los expertos creen que las importaciones de alimentos cubren todas las necesidades del país, pero, ¿han pensado que pasaría si quedan sin provisiones extranjeras debido a por ejemplo, una catástrofe?. Al parecer ellos han vivido dentro de una burbuja toda su vida, y ni piensan que algo así podría suceder. Cosas de la soberbia, como les paso a los japoneses, que se enorgullecían de sus centrales nucleares, las más seguras del mundo.

Vía/ On24

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el permalink.