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En el Desierto de Khor al Adaid se han gestado muchas aventuras. Las principales aventuras que se nos vienen a la cabeza, son las de vehículos 4×4 rodando a través de las dunas, salpicando arena hacia los lados para aproximarse hacia la cima de otra duna.

Las vistas hacia el horizonte son siempre impresionantes, con caminitos forjados por el viento, que corre fuerte sea de día o sea de noche y sea la hora que sea.

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El desierto siempre tiene algo especial, una belleza sencilla y melancólica. La elegancia de las curvas que se forjan con el viento a través de las dunas, dan al paisaje, un aspecto suave, aun cuando el desierto es uno de los lugares donde se dan las condiciones más extremas y duras de vida, donde el sol jamás deja de brillar en el horizonte de Khor al Adaid.

Este desierto es una verdadera playa de arena, con un gran arroyo que va demarcando el camino de entrada hacia el Golfo Pérsico. Dirigiéndose hacia el norte, se puede ver cómo el horizonte se va volviendo gris y brumoso, para llegar a un pequeño campamento en donde pueden darse el gusto de disfrutar de las cálidas aguas del Golfo Pérsico. Mucha gente se prepara hasta una barbacoa en la playa, e incluso salen a explorar los misterios del desierto en la mitad de la noche, cuando sólo la Luna ilumina el camino, sin más acompañamiento que las estrellas, y el reflejo de su luz a través del horizonte.

Vía/ Traveladventures

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